sábado, 7 de diciembre de 2013

Ansiedad Navideña

Noche vieja, poco después de la media noche, está sola por elección propia. Todos se han ido hace horas a pasar la noche con sus familias o amigos en algún lugar diferente para no sentirse solos… pero a ella todas esas preparaciones le producían una ansiedad cercana al pánico, junto al sentimiento de vacío que ésta época representaba. Las luces están apagadas y ella sentada junto a una ventana con los ojos cerrados aspirando el aroma típico del aire de invierno. Está agitada y debe concentrarse en su respiración mientras su corazón pelea una batalla contra enemigos desconocidos, respirar conscientemente le es difícil y lágrimas se deslizan por sus mejillas largos minutos antes de darse por vencida. Hunde su rostro entre sus manos al tiempo que todos sus sentidos se agudizan como respuesta automática del cuerpo ante una situación estresante. El reloj de pared marca un tiempo infinito con su tormentoso tic-tac, en el baño una gota golpea de agua la cerámica a cada tres tics y cuatro tacs, las decoraciones navideñas titilan desdeñosamente a través de la ventana cada una con un tiempo diferente, las sábanas son ásperas al tocar su piel, el cuarto comienza a dar vueltas y se siente desfallecer. Corre hacia el baño y cae de rodillas frente al retrete, tiene arcadas pero de ella no sale nada más que aire y lágrimas. Su cerebro deja de trabajar con tanta celeridad, el corazón alza la bandera blanca en una batalla más, y los pulmones exhalan con dolor el último suspiro agitado antes de tomar una bocanada de aire como aquel que hubiese estado ahogándose bajo el agua. Siente que la calma empalaga sus huesos volviéndolos de goma y se recuesta en la pared con esa tediosa sensación. Todo ha acabado, por ahora…