Es de noche y una chica se encuentra sola caminando por calles de olor a sal, guiándose únicamente por el sonido de las olas a la distancia. Poco a poco comienza a ver algunos autos y grupos de gente riendo y escucha el leve murmullo de la música, ahogada por el sonido del mar.
Las luces la ciegan por unos momentos cuando finalmente se cerca al muelle, el resplandor rodea a decenas de personas bailando y tomando coloridas bebidas en vasos plásticos. Se dirige directamente hacia la larga y estrecha plataforma de cemento, donde el viento es más fuerte y contiene pequeñas gotas de agua marina. Su cabello suelto da latigazos a su cara constantemente y el aire salado hiere sus ojos, pero se sienta en la punta del muelle con las piernas cruzadas sintiendo el silencio que la rodea.
Mira hacia los lados y ve como la playa se ha vuelto una media luna, con toques de luz hacia los lados y en frente simplemente azul uniéndose con otro azul con reflejos de la luna a medida que se mueve con el viento. Las estrellas parecen hacer reverencia hacia una llena y sólo unas pocas se atreven a mostrar su luz. Se recuesta en el piso sin importarle que el cemento haya sido pisado por centenares de personas, las piernas aún en posición de loto y los brazos extendidos hacia los lados mientras cierra los ojos.
Por un momento, un poco eterno y otro tanto ínfimo, todo es silencio. Un silencio que la acaricia y la hace tener escalofríos.
Tras unos segundos el momento se ha acabado y las voces vuelven a inundarla, pero todo es diferente después de un silencio como aquel...
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